“En cada ave que me inspiro, en cada pieza que hago, busco traspasar los conocimientos adquiridos”.

El oficio artesano lo aprendí después de trabajar treinta años con la madera, construyendo puertas, ventanas y muebles. Pero siempre tuve la inquietud. Mi tío, carpintero de oficio, siempre imprimía en sus trabajos un toque artístico: el tallado. El primer paso lo tomé hace quince años. Aprendí a lijar y preparar la madera, y de forma intuitiva comencé a investigar en la literatura sobre las aves endémicas chilenas. Su forma, sus colores, su hábitat. Loicas, halcones, chercanes, chucaos, durante horas los observo, en su ambiente natural, para luego llevarlos a la madera. Cortar, tallar, pulir. Trazar y texturar las plumas, hasta conseguir un acabado lo más parecido posible a la realidad, que permita dimensionar el volumen y la belleza del ave. En cada ave que me inspiro, en cada pieza que hago, busco traspasar los conocimientos adquiridos. Así fue como llegué a participar en un proyecto junto a la Universidad Católica, en el cual, por medio de mis piezas, personas no videntes pudieran conocer las aves endémicas de Chile gracias al contacto con mi trabajo.