““Combinar lo utilitario con lo ornamental, siempre pensando en que cada cual pueda pintarlas o personalizarlas a su estilo. Eso es lo que busco con cada una de mis piezas”.

De los cerros de alrededor de Vichuquén, en la zona de Alto del Puerto, con palas y picotas obtengo terrones que guardo en sacos. De regreso en mi casa los remojo en agua y una vez que están disueltos paso lo obtenido por una malla, para luego dejarlos secar durante una semana, un poco más o un poco menos, hasta formar una pasta. Para trabajarla me enseñó Jovita, mi cuñada, el secreto está en el amasado. Ni muy rápido ni muy lento, para que la greda se mantenga húmeda y así pueda estirarse, con uslero y cuchillo, hasta sacarle todo el aire. Solo con mis manos, y en menor medida con la ayuda de fuentes y tapas que tengo en mi casa, con greda y agua barbotina voy pegando, parte por parte, la pieza: bandejas, azucareros, pocillos y mates, utilitarios y ornamentales, cuyas terminaciones realizo con un pedazo de cuero y una esponja, una piedra lisa y brillante; un secado en horno a 900°C, durante siete horas.
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